Gran shônen ambientado en un mundo fantástico-medieval.
Las Claymore son unas guerreras prtenecientes a una misteriosa organización cuyo deber es defender a la gente de los Espectros, unos demonios humanoides que se alimentan de entrañas. Todas son chicas jóvenes con un carácter generalmente frío y calculador, de similar atuendo y portadoras de una espada gigantesca (de ahí su nombre). Pero el verdadero secreto de su fuerza reside en que además de humanas, al mismo tiempo son Espectros (mitad y mitad, vamos), por lo que son capaces de liberar energía que aumenta su poder excepcionalmente. Esto es tanto su punto fuerte como su talón de Aquiles, ya que si la energía liberada es superior a su límite de resistencia corren el riesgo de convertirse en los mismos seres a los que dan caza. La historia se centra en Claire, una de estas guerreras.
Sorprendente. No se ocurre otra palabra para definirlo. En un género tan trillado como es el shônen, donde no se deja de abusar de los mismos clichés de siempre y la mayoría de las series son clones de otras pero con un título diferente, es tremendamente satisfactorio encontrarte con obras como la de Norihiro Yagi, que sin ser nada del otro mundo ni aportar nada nuevo, saben engancharte por su magnífico pulso narrativo y lo atractivo y atípico de su propuesta. Aquí no hay niñatos que aspiren a ser maestro Hokage o rey de los piratas, ni fanservice barato como fácil y vulgar reclamo, ni tampoco un argumento que no deja de ser una mera excusa para enfrascarse en peleas día sí, día también. Nada de eso. Claymore es un manga de aventuras (que no de hostias) en el mayor sentido de la palabra, una novela de fantasía épica trasladada al lenguaje viñetil con buen resultado. Pero sobre todo, es un shônen que logra brillar con luz propia por la huída de tópicos antes comentada y por la habilidad y maestría con la que el autor desarrolla la historia.
Se empezó a publicar en la Shônen Jump mensual desde 2001, pero como en 2007 la revista quebró pasó un tiempo apareciendo en la semanal hasta que a finales de ese año encontró un hueco en la Jump Square, donde lleva publicándose hasta la actualidad. Aquí la saca Glénat y actualmente vamos al mismo ritmo de la edición japonesa, de modo que cada año salen solamente 1 o 2 tomos.
Sólo puedo concluir insistiendo en que le déis una oportunidad, que pese a que su nombre no suena tanto como el de Naruto, Bleach, One Piece y otros mangas del género que consideráis obras maestras (jajajujijijoju), os aseguro que estamos ante un manga fresco y emocionante como pocos. Entretenimiento juvenil de primera clase, mire usté.
8P.D. Los de Glénat merecen hostias y cosas peores por el cambio de la fuente del logotipo (aberrante comparado con el original), la feísima y antiestética banda de color en la que ponen el título de cada tomo (comparad las dos portadas y no negéis que queda como el culo) y el precio, que se perdona únicamente por su aperiodicidad.
Suerte que de ellos solo sigo ésta y Eagle.