Corría el año 1987. Una compañía llamada Square se encontraba dando sus últimos coletazos en esto de los videojuegos. Todo lo que habían hecho anteriormente les costó demasiado dinero y en ventas y crítica fueron un fracaso. O hacían algo para salvarse el culo o estaban condenados a desaparecer.
El año anterior apareció un juego llamado Dragon Quest creado por un tal Yuji Horii, que tuvo un éxito tal que se convirtió en un fenómeno social en el país nipón, así que a Hironobu Sakaguchi, uno de los empleados de Square, no se le ocurrió mejor idea que copiar ese mismo esquema y añadirle unos cuantos toques personales y una buena banda sonora. Evidentemente el proyecto estaba condenado al fracaso, pues DQ era la niña de los ojos de los japoneses en ese momento y lanzarse a la aventura de arrebatarle ese puesto era un reto que pocos podían permitirse. De esta forma, Sakaguchi le puso el título de Final Fantasy a ese juego, la fantasía final, el canto del cisne de una compañia con los días contados.
Pero como se suele decir, el destino no siempre está escrito, y la casualidad quisó que DQ II retrasase su fecha de salida unos meses, momento que Square aprovechó para lanzar su último juego y probar suerte. De esta forma los fans ansiosos de más DQ se tiraron de cabeza a por este para matar la espera. Conclusión: BOMBAZO. Vale, no tanto como DQ pero sí lo suficiente para salvar a los de la esfera de la quiebra.
Esta es, de una forma muy resumida, los orígenes de la saga. En estas 3 entregas de NES, Square aún no tenía muy claro que es lo que iba a hacer cone esta saga ni adonde iba a encaminarla, por lo que algunos de sus aspectos tanto argumentales como jugables pueden resultar ingenuos y manidos a día de hoy. No sería hasta la cuarta entrega cuando se consolidó por completo la base sobre la que se sustentarían los títulos posteriores.
Sin más, tras esta introducción, pasaremos a la reseña de Final Fantasy.
Hace 1 día
No hay comentarios:
Publicar un comentario